La proyección de las sombras de las rejas en la última viñeta de la historieta Entre Rejas, en el libro Cuerda de Presas (1), me parece una metáfora visual muy valiosa para reflexionar sobre la paradójica experiencia de “liberación” de una presidiaria en el contexto de opresión franquista:
La legislación franquista del Nuevo Estado derogaba todos los derechos igualitarios conseguidos por la República a favor de una legislación patriarcal, con leyes discriminatorias que relegan a las mujeres a lo privado y lo doméstico, reconociendo la familia como célula “primaria, natural y fundamento de la sociedad” (2). La ley franquista prohibía y anulaba los matrimonios civiles y el divorcio, penalizaba el aborto, restringía el trabajo remunerado de las mujeres casadas con la prohibición de ejercer determinados trabajos como la abogacía, el notariado y la diplomacia. Se castigaba la infidelidad de las mujeres en el matrimonio y se establecían modelos educativos diferentes para los niños y las niñas. Incluso a finales de los años 60 las mujeres seguían dependiendo de la autorización del representante legal -que debía ser un varón- para ejercer el comercio, enajenar bienes, ser tutora, e incluso para acceder al trabajo remunerado.
En España el pensamiento que alimentaba los míticos ideales de la masculinidad y feminidad era conformado por el nacionalcatolicismo que extendía su instrucción a las mujeres a través de la Sección Femenina de Pilar Primo de Rivera con el lema: “el fuego, los lares y el telar” (3). El ciudadano soldado era el modelo ideal de masculinidad, mientas que para las mujeres el modelo era el de la esposa y madre ejemplar, teniendo como figuras míticas a Isabel de Castilla y Teresa de Jesús; símbolo de obediencia y laboriosidad silenciosa. La asimetría de género que sobreviene con el franquismo se debe a la recuperación de los mitos del pasado imperial que une la unidad nacional con la identidad católica. Las mujeres, por nacimiento y condición biológica, se consideraban impropias para el trabajo intelectual (incompatible con la feminidad y la maternidad), por lo que su función social se reducía a la reproducción y cuidado de los progenitores. A las mujeres se les imponía el modelo hegemónico burgués de ama de casa (4) de la Revolución Industrial, que comprendía la separación de la esfera productiva asociada al ámbito público de la fábrica y el trabajo remunerado propiamente masculino, de la esfera reproductiva, ligada al ámbito privado del hogar y al no trabajo (remunerado) femenino. En este contexto, algunas mujeres intentaron conseguir reformas del ordenamiento jurídico que eliminasen las discriminaciones de género, mientras se sumaban a la lucha antifranquista, pero no fue hasta la muerte de Franco en 1975 cuando organizaron las primeras Jornadas Estatales por la Liberación de la Mujer.
REFERENCIAS:
(1) Cuerda de Presas, escrito por Jorge García y dibujado por Fidel Martínez, Astiberri, 2005.
(2) Domínguez Prats, Pilar; García-Nieto París, Mª Carmen: “Franquismo: represión y letargo de la conciencia feminista, 1939-1977” en Anderson, Bonnie S.; Zinsser, Judith P. (2007): Historia de las Mujeres. Una historia propia, Crítica, Barcelona, pp. 1184-1191.
(3) Nielfa Cristóbal, Gloria (2003): Mujeres y hombres en la España franquista: sociedad, economía, política, cultura, Editorial Complutense, 2003.
(4) Roca I Girona, Jordi: “Madre y esposa a la vez. Construcción y negociación del modelo ideal de mujer bajo el primer franquismo” en Nielfa Cristóbal, Gloria (2003): Mujeres y hombres en la España franquista: sociedad, economía, política, cultura, Editorial Complutense, 2003, pp 45- 65.
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