El límite de nuestras celdas me ha parecido la Historieta más entrañable de Cuerda de Presas porque todo en este universo oscuro parecía desesperación, maldad, enfermedad, muerte… Sin embargo, en El límite de nuestras celdas se forja una amistad basada en el intercambio de saberes entre mujeres: la escritura y la confección son las herramientas de supervivencia. A las protagonistas “les va la vida en ello”. Mercedes Martín quiere aprender a coser bien para trabajar en el Ropero Caridad de las monjas y tener esa miseria que le ayudaría a comprar algo de comida ya que la alimentación de las presas parece estar basada en sopas aguadas y alimentos en mal estado. Su amiga no sabe leer ni escribir pero desea ensanchar los límites de la celda a través del intercambio de palabras con el exterior. En una cultura digital saturada de lecturas y escrituras es difícil imaginar el valor de aquellas cartas escritas a mano, donde apenas se podía decir nada que no se censurara, quedando sólo el pulso vital que animaba la vibración de la letra para decir “estoy viva”.
01 octubre 2009
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