(Chistes de Robledano recogidos en el cómic Nuestra Guerra Civil, Ariadna Editorial)
Estas viñetas también pertenecen a la historieta que comentaba en la entrada anterior, Dias de Rejones, con guión de Felipe Hernández Cava y dibujo de Laura, en el libro Nuestra Guerra Civil (2006, Ariadna Editorial), pero estas imágenes no son dibujos de Laura, sino de José Robledano Torres. A través de la mistad del guionista con el hijo de José Robledano Torres, José Robledano Piqueras, se nos narran historias de vidas entrecruzadas e interrelacionadas. Este texto se centrará en la voluntad del hijo de Robledano, que motiva esta historia: “que José Robledano Torres no caiga en el olvido”.
Estas viñetas también pertenecen a la historieta que comentaba en la entrada anterior, Dias de Rejones, con guión de Felipe Hernández Cava y dibujo de Laura, en el libro Nuestra Guerra Civil (2006, Ariadna Editorial), pero estas imágenes no son dibujos de Laura, sino de José Robledano Torres. A través de la mistad del guionista con el hijo de José Robledano Torres, José Robledano Piqueras, se nos narran historias de vidas entrecruzadas e interrelacionadas. Este texto se centrará en la voluntad del hijo de Robledano, que motiva esta historia: “que José Robledano Torres no caiga en el olvido”.
(Dibujos de la cárcel, José Robledano Torres)
José Robledano Torres (Madrid, 1884- 1974) es uno de los pioneros de la historieta española. Trabajó en diferentes publicaciones como Infancia, donde publicó “El suero Maravilloso” (1910), considerado precursor del cómic moderno español dada la continuidad de su guión narrativo. Según el historiador Antonio Martín, es el primero en utilizar bocadillos para los diálogos. A principios de los años treinta trabajó para Chiquilín y después de la guerra civil trabajó para las revistas Alegría, Nuevo Mundo, Mundo Gráfico, Blanco y Negro, Buen Humor, El Imparcial, El Liberal, La Lidia y Claridad, y fueron los dibujos de éste último diario o plataforma de pensamiento socialista, -algunos de los que muestran estas viñetas-, los que le costaron la cárcel. Según el guión de Felipe Hernández Cava, José Robledano Torres colaboraba en el periódico y daba clases en el instituto obrero, compartiendo amistad con el periodista Javier Bueno. Los dibujos de claridad fueron los que le valieron la condena a muerte después de la guerra. El fiscal aludió a su militancia socialista, a su papel en la asociación profesional de periodistas, señalando sus trabajos en “periódicos disolventes” en los que atacaba a todas las instituciones fundamentales de la “Auténtica España”. Fue acusado de “adepto a la rebelión”. Le arrestaron y le encerraron en la cárcel de Porlier. Después, un tribunal militar le condenó a muerte.
(Viñeta dibujada por Laura en Nuestra Guerra Civil, Ariadna Editorial, pg 15)
Entonces, Magdalena Piqueras, su compañera, emprendió una lucha heroica para salvarle la vida mediante la reunión de firmas. Ella era quien recogía en Porlier los dibujos enrollados en la ropa sucia, donde Robledano dibujaba a escondidas su testimonio del hacinamiento en las cárceles, y una amiga de la pareja iba enterrando los dibujos en el jardín de su casa, esperando tiempos mejores. Cabe agradecerle a Felipe Hernández Cava que nos presente a José Robledano Torres en sus relaciones afectuosas y familiares. Se comprende mucho mejor la realidad social, política y afectiva de un artista cuando se narra su vida, y el papel que tuvieron sus seres queridos en ella. Es reconfortante leer sobre Magdalena y su fuerza de cooperación con otras mujeres cuyos maridos también estaban presos, para montar un negocio (una freiduría) con el que financiaba el alquiler de todo el material necesario para ofrecer asistencia quirúrgica a Robledano, gravemente enfermo. Los esfuerzos de Magdalena hicieron que se revisara la condena y se modificase por la de 30 años. Magdalena se convirtió en la heroína que le salvó la vida. Entonces, trasladaron a Robledano al penal burgalés de Valdeno Ceda, y en 1943 a la prisión de Alcalá de Henares. Un año más tarde le pusieron “en libertad”, si es que esta expresión es adecuada al hablar de la dictadura que le tocó padecer.
(Viñeta dibujada por Laura en Nuestra Guerra Civil, Ariadna Editorial, pg 15)
Entonces, Magdalena Piqueras, su compañera, emprendió una lucha heroica para salvarle la vida mediante la reunión de firmas. Ella era quien recogía en Porlier los dibujos enrollados en la ropa sucia, donde Robledano dibujaba a escondidas su testimonio del hacinamiento en las cárceles, y una amiga de la pareja iba enterrando los dibujos en el jardín de su casa, esperando tiempos mejores. Cabe agradecerle a Felipe Hernández Cava que nos presente a José Robledano Torres en sus relaciones afectuosas y familiares. Se comprende mucho mejor la realidad social, política y afectiva de un artista cuando se narra su vida, y el papel que tuvieron sus seres queridos en ella. Es reconfortante leer sobre Magdalena y su fuerza de cooperación con otras mujeres cuyos maridos también estaban presos, para montar un negocio (una freiduría) con el que financiaba el alquiler de todo el material necesario para ofrecer asistencia quirúrgica a Robledano, gravemente enfermo. Los esfuerzos de Magdalena hicieron que se revisara la condena y se modificase por la de 30 años. Magdalena se convirtió en la heroína que le salvó la vida. Entonces, trasladaron a Robledano al penal burgalés de Valdeno Ceda, y en 1943 a la prisión de Alcalá de Henares. Un año más tarde le pusieron “en libertad”, si es que esta expresión es adecuada al hablar de la dictadura que le tocó padecer.
Referencias de interés:
- Álvarez Fernández, José Ignacio (2007): Memoria y trauma en los testimonios de la represión franquista, Anthropos Editorial.
- Martín, Antonio (1978): Historia del Cómic español 1875-1939, Editorial Gustavo Gili. Barcelona.
- Martín, Antonio (2000): Los inventores del cómic español. 1873-1900, Planeta DeAgostini.
- Martín, Antonio (2000): Los inventores del cómic español. 1873-1900, Planeta DeAgostini.
No hay comentarios:
Publicar un comentario