31 agosto 2009

Participación de mujeres y hombres en la Guerra Civil española




(Viñeta de la historieta Días de Rejones, con guión de Felipe Hernández Cava y dibujo de Laura, en el libro Nuestra Guerra Civil, Editorial Ariadna, 2006, p 7.)

Desde el feminismo social se comprende que la experiencia (sexuada) no se puede entender fuera de su contexto histórico, lo cual incluye acontecimientos específicos de la historia social y política nacional. Sin embargo, cuando nos valemos de la literatura histórica oficial encontramos muy pocas referencias a la vida de las mujeres, y entonces nos preguntamos ¿ellas no han realizado tantas acciones dignas de ser registradas en los manuales de “conocimiento histórico” como los hombres? También nos preguntamos ¿qué roles o funciones sociales ha juzgado la historiografía oficial dignos de ser contados, memorizados y valorados? Podemos pensar que si ellas no aparecen en los libros de igual forma que los hombres se debe a que no han desempeñado cargos de la misma “relevancia” o “responsabilidad”. En ese caso, cabe preguntarse ¿en qué condiciones vivían las mujeres que les impedían convertirse en personas de impacto social? Por otro lado, cabe cuestionarse la relevancia de las diferentes tareas desde una perspectiva social: ¿por qué ha de ser considerada más “importante” la tarea de un alto político que la de una madre que cuida de sus hijos y se responsabiliza del cuidado del hogar? Y qué ocurre con las mujeres de talento artístico a lo largo de la historia ¿eran menos capaces o se despreció su talento por el hecho de ser mujeres?


La historiografía feminista se ha ocupado de señalar que la historiografía oficial no ha tenido en cuenta a las mujeres en la redacción de su disciplina presuntamente objetiva, lo cual denota valores que desvelan su menosprecio hacia las contribuciones de las mujeres en las civilizaciones de todas las épocas. Así, en las últimas décadas, muchas historiadoras feministas se han ocupado de aportar, además de testimonios de mujeres, una lectura de los mismos que nos revele otras dimensiones de la experiencia histórica, individual y colectiva, relacionadas con la esfera de la subjetividad, la identidad histórica de género y la autopercepción. Esta falta de referentes femeninos se acentúa si hablamos de la guerra civil española. Como señala Mary Nash, la guerra ha sido motivo de preocupación y posicionamiento colectivo e individual para las mujeres de todas las épocas históricas, y a pesar de que sus voces de protesta y o beligerancia fueron reconocidas en los ámbitos y las decisiones políticas, la historia no ha prestado atención a los diversos roles asumidos por las mujeres en momentos de conflicto armado (1). Igualmente, Inmaculada Blasco y Regine Illion, reconocen que las funciones que han desempeñado las mujeres durante la guerra no han sido valoradas en su justa medida, debido a la propia definición existente sobre la guerra, y a cómo se ha reconstruido la experiencia bélica, otorgando importancia a lo sucedido en el frente, al enfrentamiento armado, o a las relaciones establecidas en el nivel de la alta política. Sin embargo, la guerra civil fue un fenómeno que afectó a toda la población civil, hecho ampliamente reconocido pero del cual no siempre se extraen las conclusiones historiográficas pertinentes. En cuanto a la experiencia de las mujeres, la guerra desencadenó su implicación en nuevas tareas, produjo rupturas en su actividad cotidiana y en los papeles que estaban acostumbradas a desempeñar, y una gran movilidad geográfica que sus ritmos de vida desconocían hasta entonces; sin embargo, la implicación femenina se desarrolló acorde al a división de trabajo según los sexos, muy condicionada por la percepción –y autopercepción- de género existente, que a su vez fue empleada en ocasiones como estrategia de actuación política (2).


(Viñeta de la historieta Días de Rejones, con guión de Felipe Hernández Cava y dibujo de Laura, en el libro Nuestra Guerra Civil, Editorial Ariadna, 2006, p 8.)

En la primera viñeta que presento, vemos a una mujer formando parte de un grupo de resistencia armado, y en la segunda, un grupo de mujeres espera en una cola de racionamiento. Las historietas, al ser contadas desde lo próximo a la experiencia personal y querer dar cuenta de las emociones que envuelven cada situación histórica desde una perspectiva social, se pueden acercar más al planteamiento de la historiografía feminista, en tanto que valoran las experiencias personales como relatos condicionados por un marco histórico y político. Así, Felipe Hernández Cava presta especial atención a diferentes mujeres para hablarnos del dibujante José Robledano Torres. Me parece importante señalar la forma en que rodea al artista de mujeres importantes que dibujan el contexto histórico del tiempo al que quiere acercarnos. Sin embargo, la imagen es poco. Necesitamos tirar de la literatura histórica para entender y situar estas viñetas, representaciones de la participación de las mujeres en la guerra civil.

Ya sabemos que durante la guerra civil las mujeres tomaron parte activa de los acontecimientos sociales, colaborando en distintas actividades (enfermeras, costureras, cocineras), incluso en los frentes. Pilar Domínguez Prats nos hace saber que la guerra incrementó el trabajo doméstico y extradoméstico, introduciendo importantes modificaciones en la vida cotidiana de las mujeres. Los racionamientos y las situaciones económicas precarias por la ausencia del cabeza de familia, hicieron que muchas mujeres accedieran a trabajos y espacios de dominio masculino, dada la cantidad de hombres que marchaban al frente: “hombres al frente, mujeres a la retaguardia” (3). El frente dejó de ser cosa exclusivamente masculina, si bien, la violencia ha sido atributo de la identidad masculina. Según José Luis Ledesma, dentro del complejo universo de la violencia política desencadenada durante la guerra civil, pocas conclusiones pueden resultar tan indiscutibles como la que apunta al carácter básicamente masculino de la represión física vivida a ambos lados de las líneas del frente. “De hecho, la negación de la violencia física por parte de las mujeres es característica del proceso de construcción de identidad de género, y por tanto ese monopolio masculino, así como el supuesto y secular binomio mujer pacífica/hombre violento, serían la mejor muestra, la más palpable consecuencia de ese reparto de funciones y espacios, y con él la dominación social y política del hombre (4).”

Teniendo en cuenta que muchas mujeres lucharon al lado de los hombres, como Aurora Arnaiz, miembro del ejecutivo de las Juventudes Socialistas Unificadas, que organizó una ofensiva contra el ejército del general Mola, ese binomio del que habla Ledesma se rompe, aunque es cierto que la mayoría de las mujeres trabajaron principalmente en las industrias clave para el desarrollo bélico: la confección de prendas para el frente y las fábricas de armamento. Estas tareas se llevaban a cabo en los talleres credos por las organizaciones de Mujeres Antifascistas y Mujeres Libres, principalmente. Sin valorar a las mujeres que se alistaron en las milicias por encima de las que se mantuvieron en actividades tradicionalmente asociadas a su sexo, cabe destacar otro tipo de trabajo voluntario de gran carácter humanitario que realizaron las mujeres: el cuidado de los niños en las guarderías –donde permanecían los niños mientras sus madres trabajaban-, los comedores colectivos, los hogares para refugiados, etc. Además de estas tareas de cuidado y preservación de la vida, muchas militantes de los partidos de izquierda se convirtieron en activas propagandistas de la causa republicana saliendo a la esfera pública: daban mítines, escribían en prensa, participaban en Milicias de la Cultura, realizaban trabajos administrativos en los ministerios, en el ejército, en los partidos y en los sindicatos. Las Mujeres Antifascistas formaron parte de la Comisión de Auxilio Femenino, presidido por Pasionaria, que repartió los envíos extranjeros de ropa, material sanitario y alimentos entre la población necesitada, hasta enero de 1939.


REFERENCIAS:

(1) Nash, Mary; Talavera, Susana (eds.).(2003), Las Mujeres y las guerras: el papel de las mujeres en las guerras de la Edad Antigua a la contemporánea, Icaria Editorial. (p 9)
(2) Blasco, Inmaculada; Regine, Illion (2003): "Republicanas aragonesas en la lucha antifascista", en Nash, Mary; Talavera, Susana (eds.), Las Mujeres y las guerras: el papel de las mujeres en las guerras de la Edad Antigua a la contemporánea, Icaria Editorial, p 373.
(3) Domínguez Prats, Pilar (1988): "La Segunda República", en: Anderson, Bonnie S.; Zinnser, Judith P., Historia de las Mujeres. Una historia propia, Crítica, Barcelona, pg 1184
(4) Ledesma, Jose Luis (2000): 'Las mujeres en la represión republicana: apuntes sobre un “ángulo muerto” de la guerra civil española', en Nash, Mary; Talavera, Susana (eds.), Las Mujeres y las guerras: el papel de las mujeres en las guerras de la Edad Antigua a la contemporánea, Icaria Editorial, p 444.


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