(Viñeta de la historieta Los voluntarios, con guión de Victor Mora y dibujo Victor de la Fuente, en el libro Tormenta sobre España 36-39, Glénat, 2008, p. 24)
El argumento de la historieta Los voluntarios, escrita por Victor Mora y dibujada por Víctor de la Fuente, ensalza la valentía de la brigada Lincoln, narrada por uno de sus combatientes, Raven, que había perdido los labios por el ataque de una granada en el intento heroico de controlar una tropa presa del pánico. Raven, con la cara en carne viva, narra el origen de sus heridas a Ernest Hemingway, corresponsal de guerra venido de Estados Unidos.
En cuanto al marco histórico que nos presenta la historieta, cabe mencionar la importancia de la guerra civil a nivel simbólico en el contexto político europeo como último baluarte contra los horrores del hitlerismo y la colaboración de intelectuales y militantes comprometidos con la izquierda que decidieron arriesgar sus vidas y luchar a favor de los ideales republicanos en España. Raven, el narrador de la historieta, pertenece al Batallón Abraham Lincoln, formado por voluntarios de Estados Unidos que integraron las Brigadas Internacionales para apoyar la lucha por la II República española. Muchos de los brigadistas eran miembros del Partido Comunista de los Estados Unidos y afiliados a asociaciones de ideología socialista, un símbolo romántico de la lucha contra la desigualdad y la opresión fascista en Estados Unidos. Aunque no todos los extranjeros que combatieron en la guerra civil lo hicieron desde las Brigadas Internacionales, ésta contó con miembros de más de 50 países distintos (los franceses fueron los más numerosos, después los alemanes y los austriacos, los italianos, británicos y estadounidenses). Para la España partidaria de Franco, la guerra civil era una batalla de las fuerzas del orden y la verdadera religión contra una conspiración judeo-bolchevique-masónica. Para los republicanos, era la lucha de un pueblo oprimido en busca de una calidad de vida decente contra la oposición de las atrasadas oligarquías españolas terrateniente e industrial y de sus aliados nazis y fascistas (1). Según el historiador Pelai Pagés, la guerra civil fue la última guerra romántica de la historia, la última guerra ideológica (2). Movidos por la causa por la que merecía la pena luchar, intelectuales y militantes decidieron venir a la guerra, como los escritores Ernest Hemingway y George Orwell.
En cuanto al dibujo, estoy de acuerdo con Antonio Martín, autor de los textos introductorios sobre los autores y las historietas, que afirma que el dibujo de Víctor de la Fuente es heredero magistral del oficio bien hecho de los clásicos del cómic. Además, creo que la estética de los clásicos también está presente en los trabajos de Florenci Clavé (Un tiempo del Fuhrer), Antonio Parras (La loca de Brunete), Alfonso Font (Y tu, ¿qué has hecho por la querra?), José Ortiz (La batalla más fea), Atilio Micheluzzi (La guerra de siempre) y Jesús Blasco (La loca de Brunete), con las excepciones de Tha (Cincuenta años después) y Annie Goetzinger (El cordel de los tebeos) que optan por una línea más personal y tonalidades de grises que rompen con el dramatismo del contraste dominante del blanco y el negro. Hago esta apreciación porque me parece oportuno plantear la necesidad de analizar, más adelante, la relación entre la estética de los clásicos y las representaciones estereotipadas de hombres y mujeres que nos recuerdan a las historietas de detectives y femmes fatales del cómic americano de los 40. En cuanto a las representaciones identitarias de género, la historieta tiene un marcado carácter dramático que celebra la valentía de los hombres combatientes, de los voluntarios que arriesgaban sus vidas por unos ideales y la generosidad de los hombres intelectuales venidos de otras partes del mundo. Las mujeres tienen un papel secundario y aparecen, ocasionalmente, sin pronunciar palabra, como enfermeras que atienden a los soldados. Desde una perspectiva de género, esta realidad que de hombres-soldado y mujeres-enfermeras no ofrece nada nuevo que no mantenga rancias asociaciones entre roles masculinos y femeninos.
(Viñetas de la historieta Un tiempo del Fuhrer, con guión de Victor Mora y dibujo de Florenci Clavé, en el libro Tormenta sobre España 36-39, Glénat, 2008, p. 36)
Un tiempo del Fuhrer, dibujado por Florenci Clavé, es una historieta basada el bombardeo de Guernica, narrada desde la perspectiva del aviador que deja caer las bombas sobre la población civil. El aviador voluntario que combate en la Legión Condor contra el comunismo se dirige a Guernica mientras recuerda el último encuentro con su amada, pero los sentimientos de nostalgia dan lugar a la compasión ante el horror provocado por el bombardeo, culpabilidad que considera “impropia de una nacional socialista”.
A nivel histórico, la historieta nos hace recordar el episodio de Guernica, el más dramáticos de la guerra civil por ser “la primera destrucción total de un objetivo civil indefenso mediante bombardeo aéreo, que ha quedado grabada a fuego en la conciencia europea, no sólo como el ensayo de una guerra mundial de mayores dimensiones que se iba a producir más tarde, sino como un presagio de la apertura de las compuertas de una nueva y horrible forma de guerra moderna, universalmente temida” (3).
(Viñetas de la historieta Un tiempo del Fuhrer, con guión de Victor Mora y dibujo de Florenci Clavé, en el libro Tormenta sobre España 36-39, Glénat, 2008, p. 33)
Tampoco en esta historieta encontramos nada novedoso en el tratamiento de las representaciones de personajes masculinos y femeninos, donde las mujeres que aparecen son la novia del protagonista o víctimas del bombardeo. Si bien, me resultan muy incómodas y arriesgadas las representaciones visuales del horror del Guernica, ya que hay una frágil y delgada línea fronteriza entre la buena intención de la reivindicación del horror con imágenes de sangrienta carnicería, y el sadismo que llena el ojo de desmembramientos y cuerpos incendiados, más próximos al exceso de la estética oscura pulp-gore, que a un homenaje al sufrimiento humano. En todo caso, dudo mucho que Florenci Clavé, tan comprometido políticamente con sus trabajos, haya pretendido regodearse en la violencia, sino más bien retratar en toda su crudeza el horror que allí se vivió. Esta incomodidad que expreso en este análisis me hace dudar de las convenciones de la estética del cómic del género negro, y su gusto por las situaciones extremas, como aportación eficaz del arte del cómic por la preservación de la memoria histórica.
El argumento de la historieta Los voluntarios, escrita por Victor Mora y dibujada por Víctor de la Fuente, ensalza la valentía de la brigada Lincoln, narrada por uno de sus combatientes, Raven, que había perdido los labios por el ataque de una granada en el intento heroico de controlar una tropa presa del pánico. Raven, con la cara en carne viva, narra el origen de sus heridas a Ernest Hemingway, corresponsal de guerra venido de Estados Unidos.
En cuanto al marco histórico que nos presenta la historieta, cabe mencionar la importancia de la guerra civil a nivel simbólico en el contexto político europeo como último baluarte contra los horrores del hitlerismo y la colaboración de intelectuales y militantes comprometidos con la izquierda que decidieron arriesgar sus vidas y luchar a favor de los ideales republicanos en España. Raven, el narrador de la historieta, pertenece al Batallón Abraham Lincoln, formado por voluntarios de Estados Unidos que integraron las Brigadas Internacionales para apoyar la lucha por la II República española. Muchos de los brigadistas eran miembros del Partido Comunista de los Estados Unidos y afiliados a asociaciones de ideología socialista, un símbolo romántico de la lucha contra la desigualdad y la opresión fascista en Estados Unidos. Aunque no todos los extranjeros que combatieron en la guerra civil lo hicieron desde las Brigadas Internacionales, ésta contó con miembros de más de 50 países distintos (los franceses fueron los más numerosos, después los alemanes y los austriacos, los italianos, británicos y estadounidenses). Para la España partidaria de Franco, la guerra civil era una batalla de las fuerzas del orden y la verdadera religión contra una conspiración judeo-bolchevique-masónica. Para los republicanos, era la lucha de un pueblo oprimido en busca de una calidad de vida decente contra la oposición de las atrasadas oligarquías españolas terrateniente e industrial y de sus aliados nazis y fascistas (1). Según el historiador Pelai Pagés, la guerra civil fue la última guerra romántica de la historia, la última guerra ideológica (2). Movidos por la causa por la que merecía la pena luchar, intelectuales y militantes decidieron venir a la guerra, como los escritores Ernest Hemingway y George Orwell.
En cuanto al dibujo, estoy de acuerdo con Antonio Martín, autor de los textos introductorios sobre los autores y las historietas, que afirma que el dibujo de Víctor de la Fuente es heredero magistral del oficio bien hecho de los clásicos del cómic. Además, creo que la estética de los clásicos también está presente en los trabajos de Florenci Clavé (Un tiempo del Fuhrer), Antonio Parras (La loca de Brunete), Alfonso Font (Y tu, ¿qué has hecho por la querra?), José Ortiz (La batalla más fea), Atilio Micheluzzi (La guerra de siempre) y Jesús Blasco (La loca de Brunete), con las excepciones de Tha (Cincuenta años después) y Annie Goetzinger (El cordel de los tebeos) que optan por una línea más personal y tonalidades de grises que rompen con el dramatismo del contraste dominante del blanco y el negro. Hago esta apreciación porque me parece oportuno plantear la necesidad de analizar, más adelante, la relación entre la estética de los clásicos y las representaciones estereotipadas de hombres y mujeres que nos recuerdan a las historietas de detectives y femmes fatales del cómic americano de los 40. En cuanto a las representaciones identitarias de género, la historieta tiene un marcado carácter dramático que celebra la valentía de los hombres combatientes, de los voluntarios que arriesgaban sus vidas por unos ideales y la generosidad de los hombres intelectuales venidos de otras partes del mundo. Las mujeres tienen un papel secundario y aparecen, ocasionalmente, sin pronunciar palabra, como enfermeras que atienden a los soldados. Desde una perspectiva de género, esta realidad que de hombres-soldado y mujeres-enfermeras no ofrece nada nuevo que no mantenga rancias asociaciones entre roles masculinos y femeninos.
(Viñetas de la historieta Un tiempo del Fuhrer, con guión de Victor Mora y dibujo de Florenci Clavé, en el libro Tormenta sobre España 36-39, Glénat, 2008, p. 36)
Un tiempo del Fuhrer, dibujado por Florenci Clavé, es una historieta basada el bombardeo de Guernica, narrada desde la perspectiva del aviador que deja caer las bombas sobre la población civil. El aviador voluntario que combate en la Legión Condor contra el comunismo se dirige a Guernica mientras recuerda el último encuentro con su amada, pero los sentimientos de nostalgia dan lugar a la compasión ante el horror provocado por el bombardeo, culpabilidad que considera “impropia de una nacional socialista”.
A nivel histórico, la historieta nos hace recordar el episodio de Guernica, el más dramáticos de la guerra civil por ser “la primera destrucción total de un objetivo civil indefenso mediante bombardeo aéreo, que ha quedado grabada a fuego en la conciencia europea, no sólo como el ensayo de una guerra mundial de mayores dimensiones que se iba a producir más tarde, sino como un presagio de la apertura de las compuertas de una nueva y horrible forma de guerra moderna, universalmente temida” (3).
(Viñetas de la historieta Un tiempo del Fuhrer, con guión de Victor Mora y dibujo de Florenci Clavé, en el libro Tormenta sobre España 36-39, Glénat, 2008, p. 33)
Tampoco en esta historieta encontramos nada novedoso en el tratamiento de las representaciones de personajes masculinos y femeninos, donde las mujeres que aparecen son la novia del protagonista o víctimas del bombardeo. Si bien, me resultan muy incómodas y arriesgadas las representaciones visuales del horror del Guernica, ya que hay una frágil y delgada línea fronteriza entre la buena intención de la reivindicación del horror con imágenes de sangrienta carnicería, y el sadismo que llena el ojo de desmembramientos y cuerpos incendiados, más próximos al exceso de la estética oscura pulp-gore, que a un homenaje al sufrimiento humano. En todo caso, dudo mucho que Florenci Clavé, tan comprometido políticamente con sus trabajos, haya pretendido regodearse en la violencia, sino más bien retratar en toda su crudeza el horror que allí se vivió. Esta incomodidad que expreso en este análisis me hace dudar de las convenciones de la estética del cómic del género negro, y su gusto por las situaciones extremas, como aportación eficaz del arte del cómic por la preservación de la memoria histórica.
REFERENCIAS:
(1) Preston, Paul (2009): La guerra civil española. Una historia concisa, Random House Mondadori, Barcelona, p. 13.
(2) Pagés, Pelai (2007): Cataluña en guerra y en revolución (1936-1939), Editorial Renacimiento, Barcelona, p. 11.
(3) Preston, Paul (2009): La guerra civil española. Una historia concisa, Random House Mondadori, Barcelona, p. 14.
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